NUESTRA SEÑORA DE LA SALETA,
MADRE DE LA RECONCILIACIÓN
La devoción a Nuestra Señora de la Saleta tiene un carácter bautismal y penitencial a la vez. Por esto ya desde sus mensajes parece escucharse la voz del Apóstol: “En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios” (2 Co 5,20). Este texto aparece también en esta misa (1 Lectura).
En la reconciliación de los hombres con Dios, la Iglesia ha ido conociendo cada vez más claramente el papel de santa María Virgen. En los primeros siglos, los santos Padres, al tratar del misterio de la encarnación del Verbo, afirman con frecuencia que el seno virginal de la Madre del Señor fue el lugar donde se realizó la “paz” entre Dios y los hombres. Con esta doctrina armoniza muy bien el magisterio de los Romanos Pontífices de nuestro tiempo: la santísima Virgen, enseña san Juan Pablo II, “por su maternidad divina fue hecha colaboradora de Dios en la misma obra de la reconciliación” (Exhortación apostólica postsinodal Reconciliatio et paenitentia, 35).
En la edad media, los escritores eclesiásticos, profundizando más y más en la función maternal de la santísima Virgen, la llaman “camino de reconciliación”, “causa general de reconciliación” y también “madre de la reconciliación”, por el hecho de haber nacido de ella Jesucristo, “reconciliación de los pecadores”: “No hay reconciliación -afirma san Anselmo de Cantorbery- fuera de la que tú castamente engendraste”. Y así, los fieles se acogen a la santísima Virgen para conseguir, por su intercesión, “la gracia de la reconciliación” y, por lo menos desde el siglo XII, la veneran piadosamente con el título de “Refugio de pecadores”.
En nuestros tiempos, la santísima Virgen es venerada en muchos lugares, incluso con culto litúrgico, por obra principalmente de los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette, con el título de “Reconciliadora de los pecadores”.
Este formulario, que pone de relieve cómo el Señor “es cariñoso con todas sus criaturas” (Ant entr, SaI 144 (145), 9) y venera el “corazón misericordioso con los pecadores” (Prefacio) de la santísima Virgen.
Excepto el prefacio, casi todos los textos se han tomado de la Missa propria beatae Mariae Virginis Reconciliatricis peccatorun, Tipografía Políglota Vaticana 1918, pp. 4-6.